Buscar este blog

miércoles, 25 de marzo de 2015

El sistema de formación: otro fracaso del diálogo social

El 29 de julio de 2014, el Gobierno y las organizaciones empresariales y sindicales suscribieron un acuerdo de “propuestas para la negociación tripartita para fortalecer el crecimiento económico y el empleo”.

El punto 3º de dicho acuerdo está dedicado íntegramente a la formación para el empleo. Su elemento más sustancial es el compromiso de renovación –por parte de los firmantes- del Acuerdo Tripartito de Formación.  Para ello se establecían tres objetivos estratégicos y se constituía un decálogo –fruto del diálogo social- por el que debía regirse el sistema.

Una vez más, el gobierno del PP ha incumplido sus compromisos pactados. Una vez más la “urgencia del gobierno” –existente sólo para él- ha significado la aprobación de un Real Decreto en el que impone su única voluntad y criterio dando al traste con el empeño sindical de acercar, aún más, a la realidad laboral el sistema de formación profesional para el empleo.

La propuesta del gobierno es un error y está lejos de ser “la herramienta útil” que ligue mercado de trabajo y ofertas formativas con el empleo.

El Real Decreto dibuja un modelo donde la administración “asume la detección de las necesidades formativas”; relegando a empresarios y sindicatos –que conocen mejor la realidad de las empresas- a un mero papel “decorativo”.

El gobierno apuesta por los centros privados como ejes de la impartición de la formación; desaprovechando, otra vez más, los centros públicos de formación: universidades, centros de formación profesional, de educación de adultos… de carácter público como elemento de “optimización” de los recursos públicos.

El empeño de la administración en ser ella quien determine las necesidades formativas choca con la laxitud con que “despacha” el derecho individual de cada trabajador a la formación, que entiende cumplido, con una simple autorización sin entrar siquiera a considerar la vinculación entre formación y la actividad de la empresa.

El Real Decreto apuesta por instrumentos como el “cheque de formación”, instrumento éste que ya ha sido descartado en diferentes países europeos, como Inglaterra o Suecia, por incrementar las “desigualdades formativas” o por ser un “instrumento propenso al fraude”.

Con este episodio debieran quedar claras para el futuro al menos tres cuestiones:

§         No hay “diálogo social” que dé beneficio para los trabajadores si no va acompañado de presión en la calle en apoyo de sus demandas (en este caso, una formación adecuada a la necesidad de empleo).
§         No tiene sentido mantener un “diálogo ficción” con un gobierno que ignora, desde su mayoría absoluta, las opiniones y aportaciones del resto de sectores sociales.

§         Por desgracia serán los trabajadores quienes vuelvan a pagar la prepotencia del gobierno y la ineficacia de la estrategia sindical al mantener un diálogo social estéril y sin pulso en la calle.