No
hay que remontarse muy atrás en el tiempo, para observar que la “normalidad”
buscada por todas las partes que intervienen el 29 no existe.
Amén
de la Reforma Laboral
que ha destrozado los derechos de los trabajadores y trabajadoras y que –tras
el auto del Constitucional recurriremos en Estrasburgo- hay un amplio frente de
rechazo a las políticas del Gobierno de Rajoy.
No
es sólo el rechazo a las políticas “de austericidio”, es también la reforma de la Ley de Mutuas, la Reforma Fiscal (trampa sobre
indemnizaciones incluida), la privatización de los Servicios Públicos, el
recorte a las Políticas Sociales y del Estado del Bienestar, el rechazo al Plan
industrial del Gobierno... ¿es necesario seguir? No olvidemos que, además, la
mayoría de estas actuaciones se implantan desde la forma y desarrollo normativo
del Real Decreto que invalida toda posibilidad de diálogo.
Desde
el Gobierno se afirma que el encuentro del día 29, “no es nada excepcional”,
“ni siquiera tiene hoja de ruta” y que “hay que enmarcarlo en la normalidad”.
¿Se puede tener más desvergüenza? No es sólo intentar vender una “normalidad”
que no existe, es además –en caso de que existiese- menospreciarla.
Dice
el Gobierno que quiere valorar la situación económica y hablar de la
implantación del Sistema de Garantías Juvenil y de las expectativas ante el
nuevo Gobierno de Bruselas. ¿Rajoy es
tonto, ciego, sordo o solo se lo hace?
¿Acaso
no ha escuchado a los sindicatos criticar la situación económica y exigir
cambios de política? ¿Desconoce que los sindicatos han expresado su opinión
sobre el Plan de Garantías Juvenil en el propio Parlamento? ¿No recuerda que
antes de las elecciones del 25 de mayo se le presentó la propuesta de la Confederación
Europea de Sindicatos (CES) y la reivindicación de su Plan de
Inversiones?
¿Qué quiere saber entonces este hombre?
¿O sólo quiere aparentar?