Continuando con el impulso “reflexivo regenerador”
de Rajoy y el PP, se pretende trasladar
a la sociedad la “reducción del número de aforados y del número de
parlamentarios en los parlamentos autonómicos”, porque son realmente unos
privilegiados que además salen caros.
Rajoy debería llevar por segundo apellido
“Picnocho”, ya que otra vez tratar de engañar al conjunto social.
Primero, ¿cuántos aforados hay que no son políticos y parlamentarios?, ¿qué son y qué
actividad tienen?. Ya ha quedado bastante “retratado” Rajoy y su partido con el
aforamiento de Juan Carlos de Borbón. Debiera, por tanto, plantear algo más
serio en el debate de la necesidad de los aforados.
Bastaría a Rajoy hacer caso a aquellos que plantean bien la eliminación completa del aforamie o bien un
aforamiento reducido tanto sólo a la actividad profesional y, dentro de ella,
vinculado a acciones muy específicas de la misma. Con ello, podrá reducirse
tanto su número como su separación de la ciudadanía y su posición ante la
justicia.
Con respecto a la reducción del número de
parlamentarios autonómicos, la “reflexión” que pide Rajoy llega tarde ya a
algunos territorios como Castilla-La Mancha, donde Dolores de Cospedal se ha
convertido en “alumna aventajada”, reduciendo el número de parlamentarios para
las próximas elecciones en su Comunidad.
Por el mismo derrotero parecen inclinarse la Comunidad de Madrid y
País Valenciano. Para ellos, la reducción del número de parlamentarios no sólo
sería tratar de consolidar sus gobiernos futuros sino además evitar episodios
como el “tamayazo” –la vergüenza de la democracia madrileña- o los continuos
disgustos que el Gobierno y el Parlamento valenciano padece a costa del alto
número de parlamentarios del PP agrupados en torno a la corrupción (Gurtel,
Noos, Brugal, …).
Pero lo que de verdad busca Pinocho/Rajoy es tratar de consensuar el
poder disminuyendo el número de parlamentarios sin modificar para ello ni la
Ley D ’Hondt que rige el sistema electoral
español, ni la estructura de repartos de escaños en nuestro país.
En definitiva, Rajoy y su PP no quieren
“regenerar” nada que no sea sus posibilidades de perpetuarse en el poder,
aunque sea a costa de engañar a la ciudadanía.