La propuesta
de Rajoy a su partido para que “reflexione sobre nuevas medidas de regeneración
democrática” sería para partirse de risa si no fuera por la enorme carga de
cinismo que encierra.
Ahora
resulta que, aquel que gobierna a golpe de Real Decreto, está “preocupado” por
mejorar la vida democrática de la sociedad a la que -sin embargo- ignora de
forma permanente en el día a día de su acción de gobierno.
Aquel que no
escucha a nadie en el Parlamento, que no negocia ni dialoga con los agentes
económicos y sociales, que preside un gobierno que usa a la Fiscalía General
y sus estructuras para “rescatar Infantas” y “encarcelar a sindicalistas y
activistas sociales que se atreven a responder a sus políticas”, está
preocupado por la calidad democrática.
Para nuestra
desgracia la calidad democrática de Rajoy no tiene nada que ver con la calidad
que quiere la ciudadanía.
No habla de
calidad para el empleo -por primera vez en la historia democrática de nuestro
país, más del 50% de los trabajadores contratados no son indefinidos sino
temporales que trabajan a tiempo parcial- perdida absolutamente tras su reforma
laboral que empeoró aún más la del PSOE
No habla de
calidad para los servicios básicos del estado del bienestar: educación, sanidad,
protección social –desempleo incluido- o pensiones, seguirán sufriendo los
recortes.
Y así
podríamos seguir.
A Rajoy sólo
le preocupa ahora –a menos de un año de las elecciones municipales- salvar el
trasero de alcaldesas y alcaldes tan poco presentables como Ana Botella, Rita
Barberá o Juan Ignacio Zoido. Rajoy quiere vestir el muñeco “dando realce al
voto popular”, cuando lo único que quiere evitar es que “futuros acuerdos de
programa de actuación conjunta” echen definitivamente al PP de unas alcaldías
que, hoy por hoy, no están al servicio de los ciudadanos y sus necesidades.
La única
regeneración posible para la ciudadanía es que Rajoy y el PP pierdan las
próximas elecciones y con ello toda la ciudadanía gane, pero esta vez de
verdad, para su vida calidad democrática.