La
política de ajustes y de reformas estructurales impuesta por la Troika -Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión
Europea (CE)- ha incrementado el paro, impulsado los recortes sociales y
condenado a muchas personas a la exclusión social, la pobreza y la miseria.
Con
casi 6 millones de desempleados en nuestro País, la política de ajuste ha
llevado no solo a la pérdida de empleo sino, también, a los recortes en porcentaje
y tiempo de cobertura de la prestación por desempleo. Son cerca de 3 millones
de personas las que no perciben hoy salario, prestación social o pensión
alguna.
La
política social de nuestro País ha recortado las pensiones, sanidad, educación,
atención a las personas dependientes, becas, cobertura sanitaria gratuita… etc.
Son miles de personas las que hoy no pueden hacer frente a los gastos que
suponen el recorte de derechos efectuado por los gobiernos y tampoco pueden
solucionar el deterioro que, en sus condiciones de vida, han supuesto los
mismos.
Hay
más gente en torno a la exclusión, la pobreza y la miseria y cada día son más
las familias –de cualquier tipo- que son incapaces de afrontar, en unas mínimas
condiciones de dignidad su vida diaria.
Con
todo esto se ha producido una enorme quiebra social y, así, los ricos y los
pobres lo son cada día más y más numerosos. La brecha social es cada vez mayor
y la política de esta Troika y la de los gobiernos que obedientemente siguen
sus dictados agravan, cada día más, la situación. No hablamos ya de pobreza
severa o de exclusión social sino que, cada día, aparecen nuevos conceptos para
identificar una nueva variedad de situaciones: pobreza “energética”, pobreza “alimentaria”…
son conceptos que definen una misma realidad: la pobreza.
El
capital, continúa mientras ampliando beneficios aunque nos venda que “con la
crisis son menores que en años anteriores”. No puede, socialmente, considerarse
pérdidas “ganar” unos cuantos millones menos, mientras hay personas que cada
día lo pierden todo.
No
son solo ya los sindicatos o las organizaciones sociales de izquierda más
comprometidas las que dan la voz de alarma denunciando esa situación. Ahora es
Cáritas –organización poco sospechosa de estar bajo la influencia de la
Internacional Comunista- quien se une a las advertencias y críticas al sistema.
Hay
que parar definitivamente esta sangría social. Hay que situar a los culpables
de la misma bajo el foco de la responsabilidad económica, financiera, política
y social. Hay que redistribuir las cargas de esto que llaman crisis.
O
lo hacen los gobiernos o terminarán –más temprano que tarde- haciéndolo la
gente, que ya no tendrá miedo a “perder cosas” porque cada día son más los que
ya no tienen nada que perder.