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martes, 29 de octubre de 2013

HOY SE CUMPLEN 3 AÑOS DE LA MUERTE DEL COMPAÑERO MARCELINO CAMACHO


En el tercer año de su fallecimiento su recuerdo sigue presente

Dirigente sindical y dirigente comunista, Marcelino trató, durante toda su vida, de comprometer a los trabajadores y trabajadoras de nuestro país en una decidida lucha por alcanzar sus derechos y, como garantía de permanencia de los mismos, trabajó incansablemente por la libertad, la democracia, la igualdad… y siempre lo hizo desde una perspectiva de clase.

Todos y todas los que, de una forma u otra, vendemos nuestra fuerza de trabajo, somos asalariados y, por tanto, clase trabajadora. Marcelino siempre trató de dar cuerpo a este papel de la clase confrontándolo –para alcanzar y consolidar los derechos de la misma- con los intereses del capital.

Los trabajadores y trabajadoras ya sean intelectuales, de “cuello blanco”, de la industria, los servicios, la construcción o la tierra –solía explicar Marcelino- tenemos unos intereses y unas necesidades comunes pues, al fin y al cabo, todas y todos vivimos de vender a otro nuestra fuerza (sea ésta cual sea) de trabajo.

Para ello, conformó –junto a otros muchos compañeros y compañeras y con muchos y muchas camaradas- una herramienta fundamental: un Sindicato Confederal, de clase y con vocación unitaria –Comisiones Obreras- donde todos los sectores de producción, y por tanto todas las personas, pudieran encontrar un sitio y un espacio en el que identificarse y en el que poder refugiarse frente a los ataques del capital y sus múltiples caras (política, económica, financiera, cultural, ideológica…) y con ello hacer más fuerte la defensa de los intereses de la clase.

CCOO sigue siendo hoy, como hace 3 años y como tantas veces lo fue en el tiempo que Marcelino las dirigió, el primer sindicato del país. Por tanto, un potente instrumento que debe servir para defender los intereses de la clase.


El sueño de la herramienta de Marcelino sigue hoy en construcción. No renunciamos a ponerlo en pie pese a que se nos caiga encima unas veces por errores propios y otras por errores ajenos. Merece la pena que mantengamos en nuestro pensamiento cómo hacer realidad –cada día un poco más- el deseo de un dirigente sindical y un dirigente comunista que aún está presente entre nosotros y nosotras.