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lunes, 16 de abril de 2012

CUANDO ERAMOS NIÑOS…


Si realizáramos una visión retrospectiva quienes pasamos por las aulas hace como mínimo más de 20 años, sin lugar a dudas encontraríamos aquella clase donde, junto a 40 compañeros o compañeras, aprendimos nuestras primeras lecciones.

Si seguimos hurgando un poco más en nuestros recuerdos, también encontraremos las preocupadas conversaciones de nuestros progenitores en las que –según el salario de la unidad familiar- se debatía la posibilidad o no de ampliar los “recortes familiares” para intentar hacer frente a los gastos para acceder a la Universidad.

De forma generalizada y progresiva, con el tiempo, esas clases fueron disminuyendo el número de alumnos, y un profesorado más joven pudo ir prestando más atención a sus alumnos, todo ello teniendo en cuenta que ese desarrollo ha sido más lento de lo que, para cualquier sociedad moderna, sería conveniente y que  la dotación educativa ha necesitado años y años para llegar al modelo actual.

Subieron los salarios –aunque de manera insuficiente en relación a los precios-, se aumentaron las becas y la Universidad entró a formar parte del derecho universal a la educación. Con estas carencias y con este desarrollo –incluido el papel que las tasas universitarias han jugado para la financiación de las Universidades- hoy hablamos de la “generación de jóvenes mejor preparada de nuestra historia reciente”. Es cierto que convivimos con tasas importantes de fracaso escolar, elemento que, sin duda, hay que relacionar con algunos “boom” como el inmobiliario, el peso de la “cultura del dinero” que llamó a muchos jóvenes a abandonar las aulas y que también muchas familias facilitaron ese abandono para alcanzar cotas económicas que las situaran en mejores condiciones. Esto, que nos preocupa, no parece preocupar al Gobierno que, en reunión del Consejo Sectorial de Enseñanza va a aumentar el número de alumnado por clase, a disminuir el gasto en profesorado -por las vías de ampliación de jornada, la reducción de inversiones y la anulación de ofertas de empleo. Medidas que ponen a miles interinos en la piqueta al aumentar el número de horas del profesorado, el número de alumnos por clase y reduciendo la inversión de “apoyo”, con lo que los que ahora desarrollan ese trabajo, “sobrarán” en los centros educativos como ocurre en Madrid o en Castilla La Mancha-. De la misma manera, el Gobierno subirá, como en ocasiones anteriores, las tasas universitarias y  “reordenará” disminuyendo el estudio de las titulaciones.

Con un alto desempleo, con salarios a la baja a raíz de la presión que los empresarios, con la Reforma y con la crisis, están ejerciendo, el Gobierno continúa con la política de recortes que no nos llevará a solución alguna.

Si el PP impone estas políticas educativas, y las personas que hoy pasamos de los 40 volviésemos al colegio de nuestra niñez, nos parecería estar reviviendo, como en la película del “Día de la marmota” de nuevo nuestros orígenes. Todo un salto atrás de décadas. Si el Gobierno apretara un poco más en estos retrocesos, los accidentes “reales” de caza –que pagamos todos con los impuestos que se destinan a la Casa Real- serían los de Alfonso XIII –que también era Borbón-.