El grito que acompaña a Garzón en la entrada y durante las sesiones del juicio que, por los crímenes del franquismo, se sigue contra el Juez en el Tribunal Supremo, esta abriendo muchas reflexiones.
La primera sobre “la necesidad de tener memoria”. Una sociedad madura y democrática, como se supone que es la nuestra, ni puede ni debe esconder, bajo ningún tamiz, su propia historia.
Tener memoria es recordar que un Golpe de Estado similar al que el General Milans del Bosch protagonizó en 1981, salvando todas las distancias, fue la causa del derribo de la legalidad democrática que los españoles se habían dado. Si el Golpe de Milans hubiese triunfado, ¿Quiénes serían hoy sus víctimas?, ¿cuantos años, cuantas voces, cuantas personas hubieran sufrido represión?
La segunda reflexión apunta a la rebeldía necesaria para reivindicar Justicia y no querer que, el olvido, sea el único compañero de miles de personas que aún, en muchos casos, desconocen que pasó o donde están sus familias o amigos. Es pedir la anulación de los “juicios” que se celebraron sin garantía alguna y limpiar, reponiéndola, la dignidad de muchas personas.
Los trabajadores y trabajadoras, los grandes mártires de la represión franquista, exigimos tener derecho a la memoria, exigimos que, aunque tenga que ser muchos años después, se reponga la justicia y se recupere, al menos, la responsabilidad de los verdugos.
Los que acompañan a Garzón lo dicen claro, tener memoria es querer lo que hasta ahora se les negó: Justicia.