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jueves, 21 de julio de 2011

LA UNIÓN POR EL DESCARO

El Presidente del Congreso es un descarado que presta más atención a que los diputados lleven corbatas en los plenos a que el Pleno de la Cámara lleve a cabo, tras 34 años de democracia en nuestro país y en el marco del 75 aniversario del golpe de estado efectuado por los militares fascistas contra el legítimo gobierno republicano, una condena del mismo.

El Presidente de la Generalitat Valenciana es un descarado por pensar que la legitimación de las urnas iban a frenar los tiempos y los procesos judiciales a los que, dentro del conglomerado del caso Gúrtel, tendrá que hacer frente.

Mientras que para el Presidente del Congreso sea importante el decoro en el vestir y que las corbatas de sus señorías sirvan para -según sus palabras- "ayudarlo a mantener la disciplina de vestuario entre los ujieres a los que, si no la cumpliesen, se vería obligado a reprimir" (que "manda huevos" el argumento, que diría su antecesor), y que el Presidente de la Generalitat Valenciana dimita “por Dios, por España y el Rey”, perdón “por España, por Rajoy y por Valencia”, mal vamos.

Nuestra democracia precisa de firmeza para llamar a las cosas por su nombre y tener instrumentos suficientes que permitan controlar los posibles desmanes del poder político así como atender las justas reivindicaciones del conjunto social que, en el caso de temas como la Guerra Civil, solo se logrará tras una condena del levantamiento armado, la anulación de los juicios a los defensores del legítimo Estado Republicano y con la restauración definitiva para las familias a poder acceder a un entierro digno de los restos de sus seres queridos.

Para ello parece que, lamentablemente, algunos descarados deberán dejar paso.