La construcción de Europa es una historia larga de encuentros y desencuentros.
Entre ellos, deberíamos recordar ahora la "crisis" sufrida por Alemania, los costes que se originaron con la necesidad de su reunificación como país, los problemas de sus diferentes sectores industriales, ..., etc.
La actitud de los distintos países europeos, ante la importancia política y geoestratégica de Alemania, fue acudir sin dudas para prestar apoyo financiero y político para asegurar el futuro del antiguo motor europeo. Así, durante años se le consintió superar los límites y compromisos de déficit, se redistribuyó el mapa europeo de la industria -lo que significó el impulso de la alemana en detrimento de sectores de los países periféricos- y por último se implantó un modelo político y económico que respaldaba el preponderante papel del sistema capitalista también en Europa, lo que significaba -de paso- ir poniendo limitaciones y "palos en las ruedas" en el desarrollo más amplio del modelo social europeo conocido como Estado del Bienestar.
En este proceso histórico el tiempo sigue corriendo y "reasignando papeles" a los diferentes Estados que participan en el proyecto de construcción europea y hoy es cuando Alemania debe abandonar ya su papel de "guardián" de las esencias del capitalismo industrial avanzado y recomponer un modelo europeo que retrocede paso a paso y que está definiendo una Europa quebrada donde lo único que permanece unido son los intereses económicos y financieros de multinacionales, grandes empresas y bancos, mientras que poco a poco el desempleo, la exclusión social y el retroceso de derechos sociales y laborales continúa creciendo.