Septiembre ha abierto un camino de movilizaciones que, sujetas a una concreta calendarización y a diferentes motivaciones, ha puesto en la calle a un importante número de trabajadores y trabajadoras en defensa del empleo y de sus condiciones laborales. Igualmente, por medio de una red –que comienza a intuirse como estable- de organizaciones sociales en apoyo de las peticiones sindicales, hemos vuelto a liderar el discurso social compartiendo, con otros a su vez, muchas de nuestras reivindicaciones.
Por tanto, debemos seguir calendarizando y proponiendo movilizaciones que continúen arropando la defensa de los servicios públicos, tanto los englobados en el llamado estado del bienestar, como la educación o la sanidad, como aquellos otros prestados para atender en el más pequeño de los ayuntamientos las necesidades y derechos de la ciudadanía.
Calendarizar en Sevilla es volver a sacar a la calle a los trabajadores y trabajadoras que están afectados por la falta de renovación de sus convenios, aquellos otros a los que les falta el puntual pago de sus retribuciones desde hace meses y también a los que como es el caso de los compañeros de la industria auxiliar interna –ya despedidos- o los del propio Astillero están en la cuerda floja de la pérdida de su empleo.
Hay calendarios para marchar a Madrid. El 20 en defensa de la industria naval sevillana, el 22 en defensa de la escuela pública. Las habrá también, de seguro, en defensa de una agricultura productiva que asegure el empleo en el campo, por lo que habrá respuesta a la propuesta de la Unión Europea sobre la Política Agraria Común (PAC), …
El objetivo no es movilizar por movilizar, sino crear desde la movilización las condiciones adecuadas que permitan conseguir el mayor número de reivindicaciones pendientes. Aquello que siempre hemos defendido. Aquel viejo binomio de presión/negociación que tan buenos resultados nos dio en la mayoría de las ocasiones y que aún nos permite seguir siendo la mayor organización sindical de este país.
